Había una vez en el espeso bosque de Verdalia, un cuervo llamado Corax que tenía fama de ser el más astuto de todos los animales. Un día, mientras Corax descansaba en la rama de un árbol con un trozo de queso en su pico, un zorro llamado Fenix se acercó con la intención de arrebatarle su comida.

Fenix, conocido por su astucia, elogió la belleza de las plumas de Corax y le preguntó si su voz era tan hermosa como su apariencia. Tentado por la posibilidad de ser admirado aún más, Corax comenzó a cantar, soltando el queso, que fue rápidamente capturado por Fenix.

Avergonzado pero sabio, Corax aprendió que no siempre debía confiar en los halagos de los demás, especialmente si vienen de alguien conocido por su astucia. Desde ese día, prometió ser más cauteloso y no dejarse engañar por palabras dulces.

IMPORTANT

No dejes que el halago nuble tu juicio, pues a menudo oculta intenciones ocultas.