Había una vez un pequeño pueblo rodeado de densos bosques, conocido entre los locales por sus leyendas y cuentos sombríos. Los ancianos del pueblo solían advertir a los más jóvenes sobre una entidad oscura que habitaba en lo profundo del bosque, conocida solo como “La Sombra”. Según decían, aquellos que se aventuraban demasiado lejos después del anochecer rara vez volvían a ser vistos.
Un grupo de amigos, escépticos y ávidos de aventuras, decidió explorar el bosque para desmentir los cuentos. Llevaban consigo linternas, cámaras y una inquebrantable sensación de invencibilidad. Mientras el sol comenzaba a ponerse, cruzaron el límite donde los árboles se volvían tan espesos que apenas podían ver el cielo. La luz de sus linternas apenas perforaba la oscuridad que se cernía sobre ellos.
A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar susurros entre los árboles, susurros que parecían llamarlos por sus nombres. Al principio, se rieron, convencidos de que eran trucos de su imaginación. Sin embargo, la atmósfera se volvió más pesada y el aire más frío. Uno de ellos, Marco, juró haber visto una figura oscura deslizándose entre los árboles, pero cuando los demás miraron, no había nada.
Decididos a no dejarse intimidar, continuaron hasta llegar a una antigua cabaña medio derruida en el corazón del bosque. El líder del grupo, Sofía, propuso que investigaran el interior. Dentro, encontraron símbolos extraños grabados en las paredes y un viejo diario cubierto de polvo. Al leer las páginas amarillentas, descubrieron la historia de un antiguo habitante del pueblo que había pactado con una fuerza oscura del bosque a cambio de inmortalidad. Sin embargo, el trato había salido terriblemente mal, y ahora, esa entidad esperaba más almas para consumir.
Al terminar la lectura, un silencio helado cayó sobre el grupo. Sofía sintió una mano fría sobre su hombro y al girarse… nada. El terror se apoderó de ellos y, en un pánico frenético, corrieron de regreso hacia la seguridad del pueblo, perseguidos por el eco de risas oscuras que llenaban la noche.
Al volver, exhaustos y aterrados, prometieron nunca más ignorar las advertencias de los ancianos. La Sombra del Bosque había demostrado ser más que una simple leyenda, y ahora, cada sombra en la esquina de su visión los hacía estremecer, recordándoles la noche en que casi se convierten en parte de la eterna oscuridad del bosque.
Moraleja: A veces, las leyendas nacen de verdades antiguas que sería mejor no desafiar.