Había una vez un joven pastor que todos los días llevaba a su rebaño a pastar. Como se aburría mucho, decidió gastar una broma a los campesinos del lugar.
—¡Que viene el lobo! ¡Auxilio! ¡Mis ovejas!
Los campesinos corrieron a ayudarle, pero no vieron ni rastro del lobo. El joven pastor rio a carcajadas, mientras los campesinos se alejaban muy enfadados. Una semana después, el pastor volvió a gastarles la misma broma.
Hasta que un día, el pastor vio acercarse a un lobo de verdad. Aterrorizado, gritó pidiendo auxilio. Pero esta vez, los campesinos no le creyeron y el pastor se quedó sin su rebaño.
Moraleja: Nadie cree al mentiroso cuando dice la verdad. Esta es otra de las mejores fábulas de Esopo y nos enseña que si mentimos, nadie confiará en nosotros cuando realmente digamos la verdad.