El amo tenía en su casa un perrito faldero y un burrito. Muchas veces se entretenía el hombre jugando con el cachorrito, que saltaba a su alrededor, haciéndole mil fiestas. Cuando el dueño salía, el perrito esperaba impaciente su regreso, y al volver venía corriendo dichoso a su encuentro. Desde luego, siempre traía el amo algo para su mimado, una golosina que le arrojaba al verlo acercarse moviendo la cola, y que el animalito atrapaba de un salto.
El burro empezó a sentir celos. Queriendo también caer en gracia, se acercó al amo dando brincos y le dio tremenda patada. Enfurecido, mandó el hombre que lo ataran en el establo.
Moraleja: Esta fábula de Esopo nos enseña que no es conveniente tratar de imitar a otros para ganar afecto o atención, ya que podría llevar a resultados no deseados.